Maldita dulzura
Y ella tiene tanto miedo a perderlo que es capaz de ocultarlo para no mostrar su debilidad, por que a él no le gustan las princesitas, sino las chicas malas de labios rojos.
Y sabe que el amor es solo un grito más al vacío, que los “por siempre” que le promete se desvanecerán como el sonido en el precipicio.
Ella solo quiere disfrutar del pánico que le provoca saber que un día está y otro puede desaparecer de su vida. Si los definiese una canción de vetusta morla, cantarían “maldita dulzura” y lo quiere tanto como lo odia, y no odio de rencor, sino odio de rabia, rabia por tenerlo en sus sueños, por no salir de su mente, odio por no poder permanecer junto a ella, odio por engancharla a sus besos, odio por no conseguir cruzar barreras y acortar distancias.
Ella encontrará en algún rincón perdido del mundo ese sitio perfecto para entregarle su amor, todo es poco para que sea inigualable, aunque cualquier situación a su lado le parezca un paraíso, porque no hacen el amor, hacen magia mirando al infinito entre sus piernas.
Llegados a ese sitio podrá gritar sin titubear, incendiar de pasión todo lo que les rodea, desprenderse de la coraza y dejar que la acaricie por dentro como cuando la toca por fuera.
Que en una vida tan corta sabe que el tiempo es oro y que lo desperdicia malgastando segundos mientras discute por quién pone más de su parte.
Es tan fácil como estar en silencio y disfrutar de la profundidad de sus ojos traspasándole tanto que olvide incluso su vida, dejar la mente en blanco y sentir como roza cada rincón de su piel.
“Maldita dulzura la suya” que la tiene en vela cada día intentando entender qué de verdad hay en sus palabras, qué de verdad hay en sus caricias, no quiere juzgar pero lo percibe tan idílico, que hasta parece imposible que alguien como él se fijase en alguien como ella, una chica normal pero con tanta pasión que olvida todos los complejos a su lado, una chica que lo observa como un sueño, que desea que sus “por siempre” sean para siempre.
Fotografía: Laura Andrés @pitillosajustados_
Texto: Inés Martínez @ines_martva
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